Durante la Edad Moderna las galeras, que
comenzaban su decadencia como buque de guerra principal, seguían siendo
el medio más seguro de viajar por mar, por su capacidad de navegar tanto
a remo como a la vela, y por su pequeño calado que le permitían
refugiarse en cualquier rincón de la costa.
Alicante era uno de los puertos utilizados,
tanto por los mercaderes genoveses que tenían sus pequeñas industrias en
Murcia como por soldados, eclesiásticos, y sobre todo por los obispos
de la diócesis que tenían la obligación de viajar a Roma cada cuatro
años para informar de los problemas de la diócesis (Visitas Ad Límina).
En el presente documento, las galeras
empleadas en el viaje son de la República de Génova, pues la Escuadra de
Galeras de Génova, armada por los Doria, a sueldo de España, había sido
disuelta, al no renovarse el asiento al fin de la Guerra de Sucesión.
Pero el viaje por mar era azaroso, pues todavía en esta época, los
corsarios argelinos, marroquíes, tripolitanos y tunecinos, estaban en su
apogeo, capturando tanto las naves como sus ocupantes, esclavizando a
éstos, vendiéndolos en el mercado de esclavos o esperando su rescate por
los padres trinitarios o mercedarios.
La duración de once días en el trayecto de
Génova a Alicante, permitió, sin duda, hacer varias escalas. En alguna
de ellas, o en Genova, había peste, por cual había que pasar la
cuarentena. La afortunada circunstancia de estar en Alicante el Capitán
General y Gobernador del Reino de Valencia, evitó al Obispo a pasarse 40
días en las galeras sin poder desembarcar.
Es muy posible que Belluga se trasladase a
Roma para asistir, ya como Cardenal, al Cónclave donde fue elegido el
Papa Inocencio XIIII o para recomendar para el obispado de Cartagena a
Tomás José Ruiz de Montes su sucesor, presentado anteriormente por
Felipe V.
Arribo del Eminentísimo Señor Cardenal Belluga a Alicante:
“El Señor Arzediano de Lorca,
propuso, como avia convocado al cavildo para dar noticia del arrivo del
Eminentísimo Señor Cardenal Belluga, Obispo de este obispado al puerto y
ciudad de Alicante, el qual avía participado su eminencia con propio
que llegó anoche a las 10 y media más o menos, el qual parece ha sido
con felicidad por haber venido en once días desde Génova sin vorrascas
ni tropiezos, aviendole aprontado aquella República para su viaje, dos
galeras que le han conducido con toda seguridad y conveniencia y en
consideración de estar en tierra de España su persona, porque hallándose
en Alicante, el Capitán General y Gobernador del Reyno de Valencia,
avía dispensado con su Eminencia la quarentena, le parecía conveniente
que, en esta Santa Iglesia se haga alguna demostrazión y acción de
gracias por esta faborable noticia que se publicó anoche con repique de
campanas en toda esta ciudad. Y oído lo referido, confirió el Cavildo y
acordó que, hoy, domingo antes de la misa conventual, se cante con toda
solemnidad, el Te Deum Laudamusy que se vuelvan a repicar las campanas
de esta Santa Iglesia y se prebengan para ello al Ministro de
Ceremonias, Capilla de Música y al campanero y al Señor Fabriquero
maior, para que el día en que su Eminencia entre en esta ciudad, haga
poner en la torre por la noche, luminarias y disparar fuegos, festejando
la entrada y feliz arrivo de dicho Eminentísimo Señor Cardenal, Obispo
de este obispado”.
A.C.A.C. 27 de junio de 1723.